
Santiago de Anaya, Hidalgo. El paisaje luce gris en El Palmar, comunidad hnä hñü (otomí) de Santiago de Anaya. Cuando Venancia Cruz Dominguez describe la vida cotidiana aquí, una palabra es recurrente en su testimonio: tristeza.
Afuera de su domicilio, a menos de 5 kilómetros de distancia de la Cementera Fortaleza, se escucha constante el paso de vehículos pesados. El aire y la lluvia limpiaron un poco el ambiente, aunque dice Venancia, normalmente en sus mezquites, magueyes y biznagas se encuentra un fino polvo grisáceo.
A simple vista, alrededor de la Fortaleza solo hay polvo, postes y mucho cemento. Eso sí, un pequeño invernadero con cactáceas presume ‘área protegida’ con logotipos institucionales de las autoridades ambientales.
Sin embargo, los integrantes del Movimiento Indígena de Santiago de Anaya han hecho de esa tristeza un impulso para luchar contra el gigante gris, la cementera Fortaleza, activa desde 2013.
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